miércoles, julio 05, 2006
Reseña de Me llaman Fuco Lois en ABCD
Reseña de Me llaman Fuco Lois aparecida en el suplemento cultural de ABC el 1 de julio de 2006. El enlace original, aquí (no, ya no está disponible).
Parodia del ganador
Por Juan Ángel Juristo.
Se veía venir. A la intensa saturación de un modo de gesticular con ciertos elementos literarios le sucede luego la parodia del mismo, que a veces no es más que el adelanto de un certificado de defunción. Y si el ejemplo del Quijote viene que ni al pelo, tampoco hace falta remontarse tan lejos: basta ver en las transformaciones ocultas que ha sufrido el folletín o el libelo y el pasquín para entender de lo que se trata aquí. Esta novela de José Antonio Palomares, por ejemplo, se presenta como la consecuencia paroxística del best seller y, sobre todo, del thriller, que ha causado más estragos que beneficios en los jóvenes autores españoles que no conciben una trama realista sin pasar por el género. Esto tiene sus razones, entre ellas que quizá sea éste el único que quede donde el placer de narrar y de denunciar se den la mano.
Pero esta novela que tenemos aquí no va de esto y, sin embargo, abarca todas esas cuestiones. Se trata, sobre todo, de una enorme y bella farsa sobre este tipo de literatura, con especial delectación e incidencia en autores norteamericanos a lo Ken Follett, uno de los ejemplos perfectos de lo que se entiende por autor de éxito en nuestros días, donde no faltan, además, aproximaciones a otros modos de concebir el mal, o el atractivo fatal, o el destino inexorable, como el antiguo anillo, proclive a extrañas y peligrosas fascinaciones. La trama es compleja en apariencia, como corresponde al género, los diálogos son rápidos, el estilo es eficaz, con especial tendencia a que nada sobre, ni falte, en la resolución de la historia, y con todo, uno goza justo de la falta de mirada inocente del autor. Y no porque los demás la tengan, sino que Palomares es aquí el único que transmite esa falta de inocencia al lector. El resultado es un libro de una lectura gozosa, no hay que fijarse más que en los títulos de los capítulos, donde se cumple una ley inexorable: aquello de lo que hablas con conciencia plena no te será devuelto en fortuna. De ahí que este libro que refleja con soltura los entresijos literarios de un género de masas tenga una acogida de lectores atentos.
Por Juan Ángel Juristo.
Se veía venir. A la intensa saturación de un modo de gesticular con ciertos elementos literarios le sucede luego la parodia del mismo, que a veces no es más que el adelanto de un certificado de defunción. Y si el ejemplo del Quijote viene que ni al pelo, tampoco hace falta remontarse tan lejos: basta ver en las transformaciones ocultas que ha sufrido el folletín o el libelo y el pasquín para entender de lo que se trata aquí. Esta novela de José Antonio Palomares, por ejemplo, se presenta como la consecuencia paroxística del best seller y, sobre todo, del thriller, que ha causado más estragos que beneficios en los jóvenes autores españoles que no conciben una trama realista sin pasar por el género. Esto tiene sus razones, entre ellas que quizá sea éste el único que quede donde el placer de narrar y de denunciar se den la mano.
Pero esta novela que tenemos aquí no va de esto y, sin embargo, abarca todas esas cuestiones. Se trata, sobre todo, de una enorme y bella farsa sobre este tipo de literatura, con especial delectación e incidencia en autores norteamericanos a lo Ken Follett, uno de los ejemplos perfectos de lo que se entiende por autor de éxito en nuestros días, donde no faltan, además, aproximaciones a otros modos de concebir el mal, o el atractivo fatal, o el destino inexorable, como el antiguo anillo, proclive a extrañas y peligrosas fascinaciones. La trama es compleja en apariencia, como corresponde al género, los diálogos son rápidos, el estilo es eficaz, con especial tendencia a que nada sobre, ni falte, en la resolución de la historia, y con todo, uno goza justo de la falta de mirada inocente del autor. Y no porque los demás la tengan, sino que Palomares es aquí el único que transmite esa falta de inocencia al lector. El resultado es un libro de una lectura gozosa, no hay que fijarse más que en los títulos de los capítulos, donde se cumple una ley inexorable: aquello de lo que hablas con conciencia plena no te será devuelto en fortuna. De ahí que este libro que refleja con soltura los entresijos literarios de un género de masas tenga una acogida de lectores atentos.
Etiquetas: Fuco Lois, premio, reseña